La semana pasada contamos cómo la paradoja de Galileo nos enseñó a entender un poco más por qué el infinito es tan difícil de entender a veces, y cómo Cantor la utilizó cuando desarrolló su Teoría de Conjuntos. Hoy propongo cambiar completamente de registro para hablar de una paradoja de economía (según la clasificación de Wikipedia), aunque yo la clasificaría dentro del grupo de paradojas del comportamiento social humano.
La paradoja viene a decir que en ocasiones, normalmente en situaciones críticas, un grupo de personas pueden tomar una decisión como grupo que ninguno de los individuos quiere tomar, siendo por otro lado una decisión mala. La paradoja fue enunciada en 1988 por Jerry B. Harvey en su libro Meditations on Management. Podéis leer la anécdota descrita por Harvey aquí. Básicamente nos habla de una familia que decide hacer un viaje que a ninguno le apetece, porque cada uno de los individuos piensa que los demás quieren hacerlo. El sitio al que viajan es Abilene.
Este tipo de comportamiento colectivo se relaciona con la tendencia que tienen los seres humanos a no ir en contra del resto del grupo. En los equipos de trabajo (y especialmente en las tomas de decisiones) debería intentar evitarse este conformismo en los integrantes, que podría dar lugar, en virtud de la paradoja, a una decisión mala. La paradoja de Abilene nos enseña que hay que tener en cuenta algo más que los votos de los individuos en una decisión grupal, pues estos pueden estar afectados por este "mal social". Algunos consultores utilizan la técnica de preguntarse "¿Estamos yendo a Abilene?" para incentivar la sinceridad de todos los individuos a la hora de mostrar su conformidad o no con una decisión.
La paradoja viene a decir que en ocasiones, normalmente en situaciones críticas, un grupo de personas pueden tomar una decisión como grupo que ninguno de los individuos quiere tomar, siendo por otro lado una decisión mala. La paradoja fue enunciada en 1988 por Jerry B. Harvey en su libro Meditations on Management. Podéis leer la anécdota descrita por Harvey aquí. Básicamente nos habla de una familia que decide hacer un viaje que a ninguno le apetece, porque cada uno de los individuos piensa que los demás quieren hacerlo. El sitio al que viajan es Abilene.
Este tipo de comportamiento colectivo se relaciona con la tendencia que tienen los seres humanos a no ir en contra del resto del grupo. En los equipos de trabajo (y especialmente en las tomas de decisiones) debería intentar evitarse este conformismo en los integrantes, que podría dar lugar, en virtud de la paradoja, a una decisión mala. La paradoja de Abilene nos enseña que hay que tener en cuenta algo más que los votos de los individuos en una decisión grupal, pues estos pueden estar afectados por este "mal social". Algunos consultores utilizan la técnica de preguntarse "¿Estamos yendo a Abilene?" para incentivar la sinceridad de todos los individuos a la hora de mostrar su conformidad o no con una decisión.
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